domingo, 7 de septiembre de 2014

HOY HACE UN AÑO QUE MURIÓ MI PADRE.



Hacerlo público por entonces me parecía una  indiscreción, o acaso solo era un acto de egoísmo, no lo sé… La cuestión es que el poemario que estoy escribiendo no termina de cerrarse  y eso que está acabado. ¿Os ha pasado esto a vosotros esto alguna vez?
Mi relación con mi padre no fue fácil. Entre otras cosas, la principal diría yo, que él era un hombre sencillo, amante de lo conocido: los pinares donde  trabajaba, el pueblo donde vivía, su mujer y sus hijos.
 Mientras su progenitor, ósea yo, quería lo que no tenía: hacer deporte en las escuelas en vez de ir a los pinares, recorrer  el mundo que veía en la televisión,  acostarse con todas las chicas de las que se enamoraba,  incluso de las mujeres que salían en las novelitas de Corin Tellado (que se dejaba olvidadas su tía y que a mi madre nunca se le ocurrió leer).

Hoy hace un año que murió mi padre. Fue un año difícil. La leucemia se lo llevó y el Alzheimer  le cambió la última parte de su vida. Su enfermedad  nos acercó, como antes nos podía acercar el bautizo de sus nietas, la cena de Nochebuena o una de las operaciones de nuestra madre. Los últimos meses fueron contradictorios. Cada día se iba haciendo más fuerte el dolor, se sabía más cerca la muerte, pero también era una alegría. Era sabernos cerca el uno del otro. “El hombre más serio del mundo “como un amigo lo definió, era más alegre con su hijo y yo con él.
Por entonces solo pude escribir cosas como “La vida es un circo donde tu  padre se está muriendo...”  y el mío se fue no hace mucho. No es agradable el vivir cerca de circos sin payasos que nos puedan dar la vuelta a las tragedias”
Hoy solo puedo decir: Adiós padre, gracias por haberme dado las claves para no perderme en la vida cuando tantas veces caminé sobre los abismos.