sábado, 8 de septiembre de 2012

CUANDO DIGO HUMO



 
Se me caen las sílabas de la boca de fuego: en-niebladas, y se van borrando en el descenso como nieve derretida en el aire, hasta convertirse en agua blanda; en agua nada más y luego en una humedad que se diluye sobre las aceras para después no quedar ni rastro, nada, nada.Y se me olvida el resto, sobra la palabra edén, paraíso o maná. Pero falta el aire incorrupto, se hecha de menos: la mano sobre la mano, sin mirar el ojo ninguna de las diferencias o colores, sin pensar ni tan siquiera con la fugacidad del relámpago; en las distinciones , honores  y  demás condecoraciones que la otra mano retuvo ,quizá en el desorden contradictorio del cuerpo. Solo se espera que todo vuelva a su lugar, a su origen, al vértice triangular donde fueron engendrados los primeros principios. Evolución, si, pero sin los arrebatos necesarios de la rabia, sin la lucha de carácter y la voluntad de poder del genio, sin la pequeña revolución de las horas al día, nada significara nada más, que erosión y desierto de las ideas, de los sentires: la muerte en vida del hombre.El autómata del sistema, premiado con la reclusión y el desconocimiento de las nuevas vicisitudes del ser y sus investigaciones más perentorias, no tendrá cabida en El Último Reino. Hablo del sentido de la poesía autentica, primigenia del hombre, escrita o no, y la acción humanista, compartida, a ese todo que dirige lo mejor de la vida, a eso me refiero cuando digo humo.

viernes, 7 de septiembre de 2012

OJO DEL SUEÑO MADRUGANDO EN EL OTRO OJO



Foto: Ade Rincón
 
Brilla la soledad hasta oscurecer la luz.
Lento suceder de las horas en el cuerpo
que atardece.
Espacio en que crece la sombra.
Los recuerdos son: como despertadores de la vida,
para el ojo que viene mas que cansado, sin luz apenas.
La mirada se alimenta
De la palidez del color
y la piel se a r r a s t r a
sobre
las Manchadas Sabanas de la Memoria.



Invierno de 1997.Después de LOS ATARDECERES DE LA MEMORIA

VIAJE DE REGRESO A SALVAMOR


 
 
Conozco un lugar donde el corazón
se queda quieto
entre el asombro y la ternura de los días.
La Puerta del Diablo se abre
en la profundidad de los valles,
y Panchimalco el viejo náhuatl
sonríe ante la velocidad del progreso
que viene de lejos sin medida ni saber.
Conozco un lugar donde el corazón nunca se queda quieto
y “Los Cuentos de Barro”
son principio de todas las escrituras.
La Joya de Cerén se descubre de siglos
levantando las horas de pupilas y acentos.
Porque las piedras hablan
nos quedamos en silencio:
Contemplándonos.
Conozco un lugar donde el corazón no se queda.
El mapa azul de las venas
y el reloj de los sueños 
son  la bandera que arde en los ojos.
Las notas de una fuga cantan a dos cuerpos
pero solo la luna acompaña nuestros pasos.
Conozco un lugar que tú has abierto en el corazón.
Atlánticos besos fueron,
sobre un volcán enterrado donde florece la vida.
En los bosques húmedos de salvajes orquídeas
queda un rastro de alas veloces
entre los fascinados ojos del amor
y las frentes envueltas en su rocío de niebla.
Conozco un lugar donde el corazón
Desaparece sin fronteras:
Océanos sin distancia ni visado.
Un nombre tiene para los Soñagundos
y El Principito sabe de su Consuelo.
El rostro de la mujer dormida
se aparece al ojo humano,
prendido de la piedra se vacía
en un viaje que recorre los pasados.
La subyugada pupila en femenino labio,
baja de las cumbres y se sumerge
en las aguas de Suchitoto;
donde queda la vieja ciudad abandonada
en las fértiles nadas del olvido.
 
Conozco un lugar que a golpe de corazón
el misterio se levanta un día
y despeja el horizonte de enigmas.
Allí donde no llegan las maras
con su capital de odio y pólvora,
queda el pulso de una mano
como página que memoria la luz del Salvador.